Los manuales de gestión detallan cómo manejar residuos sólidos, líquidos o reciclables de acuerdo con la normativa.
Con el objetivo de reducir el impacto ambiental y promover la sostenibilidad de los talleres es necesario que todos los centros dispongan de un manual de gestión de residuos.
Este tipo de guías indican cómo se debe realizar la clasificación y el tratamiento de estos elementos y transmiten protocolos de actuaciones y obligaciones con respecto al almacenaje, etiquetado y destrucción de los desechos. Loctite señala en un post que publica en su blog que se trata de un plan de acción para evitar que los desechos contaminen.
Así, se explica cómo manejar residuos sólidos, líquidos, reciclables u otros de acuerdo con normativas como el Reglamento sobre notificación de sustancias nuevas y clasificación, envasado y etiquetado de sustancias peligrosas, el cual establece que cada residuo debe estar identificado con una etiqueta específica.
Los residuos generados por estos negocios se clasifican según su peligrosidad y tratamiento. Entre los más dañinos se encuentran el aceite del motor, el ATF de las cajas de cambio y los líquidos de direcciones asistidas y frenos.
Estos deben ponerse en bidones estancos de plástico con tapa, los cuales deben estar dentro de las instalaciones o en un sitio cerrado con techo para que la lluvia no entre en contacto con ellos. Además, ha de estar separado del suelo y protegido para evitar un riesgo de vertido masivo.
Entre los productos más peligrosos también se encuentran los relacionados en la reparación de carrocería y pintura: disolventes halogenados, botes de aerosol vacíos, filtros absorbentes de cabinas de pintura, envases plásticos y metálicos, polvo de lijado, productos de limpieza de herramientas, pistolas de pintura, trapos de pulir, celulosas impregnadas y material absorbente para derrame accidentales.
Por lo que se refiere a los neumáticos, estos deben almacenarse bajo techo para evitar que la lluvia se quede en su interior, se estanque y aparezcan mosquitos. Posteriormente, hay que tener un contrato de recogida y tratamiento de residuos con una empresa especializada y autorizada.
El contrato debe renovarse como mínimo cada seis meses y cada siete años se ha de presentar a la administración un estudio del suelo sobre el cual se encuentra ubicado el taller para indicar qué puntos exactos están habilitados para el almacenaje de residuos.
También hay que tener en cuenta que en los trabajos de mantenimiento se pueden derramar al suelo algunos productos, por lo que deben absorberse y limpiarse con sepiolita. Si caen sobre un vehículo o los profesionales del taller, se tiene que usar papel de celulosa. Los desechos indirectos impregnados también tienen su protocolo de gestión de residuos.
Para los vertidos accidentales, la ley obliga a instalar en la salida sanitaria del edificio un separador de grasas para evitar que en caso de caer aceite al desagüe, este llegue a la red general.